Pabón considera el Joropódromo como un enorme espacio democrático porque en cada versión permite que confluyan personas en condición de discapacidad, afros, indígenas, llaneras, andinas, en edades infantil, juvenil, adulta y adulta mayor.
Otro detalle que me llamó la atención fue el de un grupo dirigido por un profesor afro, comentó el historiador villavicense.
Narró que “En la versión número 24 el inclemente sol acompañó la jornada a campo abierto, cuya duración aproximada fue de cuatro horas y media. La inclemencia solar a buen número de participantes les causó deshidratación y por el esfuerzo al bailar afectaciones musculares. Me dijeron que también lo generó la hora del inicio del certamen.
Quizá por culpa de la mala conectividad terrestre con el centro del país, a lo largo de la vía del Joropo no se miró tanto público, turistas, como en pasadas ocasiones”.
Redaccion: Noticiero del Llano
